viernes, 21 de agosto de 2015

UNA FE SIN OBRAS ESTÁ MUERTA (Santiago 2,26)



Es algo muy sencillo, simplemente mirarnos y ver si nuestra piedad está respaldada por nuestras obras. Porque ocurre que tenemos una hoja de piedad bastante completa, pero si no hay obras estará muerta. La fe necesita obras para estar viva y dar sentido a nuestros actos de piedad.

Pero no nos vayamos a acciones heroicas o grandiosas. ¡No!, simplemente nuestro obrar y sentir de cada día. En donde estamos ubicado. Cuando te diriges a una persona notas su educación o su bondad en la manera de escucharte, atenderte y responderte. Su celo y preocupación por servirte dan testimonio de su fe, y lo hace simplemente amándote en el servicio.

Se nota cuando una persona está llena de Dios. Se nota su control, su responsabilidad, su forma de mirarte y atenderte y hasta de responderte. Esas son las obras que te pide tu fe. No se trata de irte a hacer grandes cosas. Eso te lo pedirá Dios si te quiere para algo en concreto, y en la medida que le sirvas en las pequeñas cosas de cada día te elegirá para otras si así lo decide.

Pero lo verdaderamente importante es responder al Señor donde te ha puesto, sin más traumas ni problemas porque puede ocurrir que sea el diablo quien te esté confundiendo y tocando tu ambición personal. El Señor te ha dado unos dones y cualidades, y tú, asistido por el Espíritu Santo, con tu humilde esfuerzo tratas de desempeñar y cultivar. Y descubrirás si lo haces bien y tienes resultados y los frutos que vas dando.

Observarás también que, poco a poco, puedes ir dando más, y si así te ocurre, quizás el Señor te esté pidiendo ese esfuerzo. Pero todo irá viniendo sin prisas ni traumas. El Señor nos quiere mucho para atormentarnos y angustiarnos con cosas que quizás no nos correspondan. Se trata de llegar capitán y no quedarte en sargento si has recibido talentos para ello.

jueves, 6 de agosto de 2015

DESCUBRIR LA VERDADERA BELLEZA



Dios te salva, convéncete, pero necesita tu sí y tu querer salvarte. Por eso te ha hecho libre y te lo pregunta. Pedro se lo pidió y le tendió su Mano. La mujer cananea se acercó hasta tocarle el manto y, reprochada por Jesús,  insistió pidiéndole misericordia, y fue exaltada su fe y curada. ¿Cómo no nos va a salvar a nosotros?

La verdadera belleza es que Jesús nos salva por amor y nos ofrece su Casa para gozar toda la eternidad. Eso es lo verdaderamente bonito.

No has pensado que la vida se te va, incluso cuando mejor te estás sintiendo, y cuando más estás disfrutando. Porque el disfrute en este mundo es relativo, porque todo lo que consigas de gozo es temporal, caduco y se acaba. Y los años pasan pronto.

Y luego queda mucho, porque nuestra vida no termina, sigue, pero de otra forma y con otro cuerpo. Precisamente el Evangelio de hoy nos habla de la Transfiguración de Jesús, un adelanto de la Resurrección. Así será nuestra vida para siempre, pero…

Disfrutarás hasta el punto de sentirte gozoso, tal y como nos han transmitidos los apóstoles Pedro, Santiago y Juan en la presencia del Señor, o quien sabe cómo te sentirás y sufrirás sabiendo lo que has perdido, la presencia del Señor, para la eternidad.

domingo, 2 de agosto de 2015

LAS COMUNIDADES SIGUEN VIVAS



LECTURA BREVE: (Col 1,2b-6a) 
Os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre. En nuestras oraciones damos siempre gracias por vosotros a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, desde que nos enteramos de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis a todos los santos. Os anima a esto la esperanza de lo que Dios os tiene reservado en los cielos, que ya conocisteis cuando llegó hasta vosotros por primera vez el Evangelio, la palabra, el mensaje de la verdad. Éste se sigue propagando y va dando fruto en el mundo entero, como ha ocurrido entre vosotros. 

Las cartas de Pablo son siempre misivas que animan y que perseveran en la unidad. Hoy está ocurriendo lo mismo. Internet nos posibilita esa comunicación que se hace rápida, fresca y al instante. Por eso, una vez más comparto que, el compartir, valga la redundancia, es la semilla que debemos sembrar y cultivar con mucho esmero, cuidado y atención.

Y el agua que debemos usar preferentemente es la Oración. La Oración apoyada en el Espíritu Santo y conectada desde a Gracia de Dios que nos une en su Hijo Jesús y nos fortalece al perseverar unidos compartiendo nuestra fe.

No bajemos el listón, que nunca lo hemos bajado, y a pesar de las persecuciones perseveremos viviendo y proclamando que Jesús Vive entre nosotros porque ha Resucitado. Y en Él, porque nos lo ha prometido, tenemos fundadas todas nuestras esperanzas de gozo y felicidad eterna. Amén.



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