viernes, 7 de marzo de 2014

LA FE QUE NO SE COMPARTE SE MUERE



Porque cuando cree en algo lo transmite a tus amigos. Bien para decirle que es bueno o para advertirles que no lo es. El conocimiento no está hecho para quedarse encerrado sino para salir a la luz. De la misma forma, la fe anhela ser transmitida porque dentro se muere.

Pero cuando hablamos de una fe de salvación, estamos hablando de lo que todos buscamos. Todos queremos salvarnos, y por salvarnos entendemos vivir mejor, ser felices y tener una convivencia rodeada de justicia y de paz. Salvarse es buscar lo mejor para vivir lo más y mejor posible. Y esa salvación es la que Jesús, el Hijo de Dios vivo, nos viene a ofrecer de parte de su Padre.

¿Cómo no vamos a proclamar a los cuatro vientos esa fe? ¿Cómo puedo permanecer callado cuando creo que esa Buena Noticia es la que todos queremos oír y escuchar? ¿Es que hay alguien que no quiera salvarse? Sí, sabemos que hay muchos que la rechazan, pero también sabemos que se han rendido, aunque ellos no lo crean así, están engañados, a los poderes y propuestas mundanas del Maligno. Están cegados por las cosas de este mundo y esclavizados por sus egoísmos.

Hay un simple razonamiento que todos comprendemos y experimentamos: Buscamos la felicidad, y sabemos por nuestra propia experiencia que este mundo no nos la va a dar. Puedes vivir unos cuantos años más o menos bien, pero sufrirás más que serás feliz plenamente. Y sabes que todo se acaba. Sin embargo no te rindes y quieres ser plenamente feliz y eternamente.

Hay una pregunta que te haces y que no quieres empezar a responder: ¿Por qué no tratas de buscar respuestas? Ahora, la Cuaresma, puede ser un buen momento para hacerlo.

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