Me doy cuenta que la lucha no está afuera, sino dentro de mí. Cada caída y deseo de contravenir la Voluntad de Dios es un obstáculo que me enemistad con Él.
También descubro que mis fuerzas fallan, que presiento desfallecer y que me sobrecoge un deseo de abandonar la lucha y entregarme a la corriente del río mundano.
Sin embargo, un impulso me detiene, me susurra continuar y me empuja a seguir. Y en cuanto le digo que sí, que eso quiero, me inunda de sus fuerzas para seguir la batalla.
Es tu Gracia Señor, tu Vida y tu Gloria que la compartes conmigo para que experimente que sólo contigo estaré inmensamente feliz para siempre. Mañana, Señor, cuando mis fuerzas me vuelvan a temblar, espero tu aliento de nuevo, porque sólo contigo podré continuar el camino.
También descubro que mis fuerzas fallan, que presiento desfallecer y que me sobrecoge un deseo de abandonar la lucha y entregarme a la corriente del río mundano.
Sin embargo, un impulso me detiene, me susurra continuar y me empuja a seguir. Y en cuanto le digo que sí, que eso quiero, me inunda de sus fuerzas para seguir la batalla.
Es tu Gracia Señor, tu Vida y tu Gloria que la compartes conmigo para que experimente que sólo contigo estaré inmensamente feliz para siempre. Mañana, Señor, cuando mis fuerzas me vuelvan a temblar, espero tu aliento de nuevo, porque sólo contigo podré continuar el camino.
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