jueves, 13 de septiembre de 2012

LA IMPORTANCIA DEL AMBIENTE...

 - Un filósofo de principios del siglo XX definía la moral como ”lo que agrada ...

es algo que en muchos momentos pasa desapercibido en nuestra vida. Y es fundamental a la hora de tomar un rumbo contrario al que, sin saber cómo, nos domina y nos influye. El ambiente es algo que se cuela sin darnos cuenta en nuestra propia sangre.

De pequeños, ya en nuestra familia, respiramos los criterios de nuestros padres, tíos, hermanos, primos...etc. Por eso, la familia, es algo fundamental en la vida de cada ser humano. Sus primeros años van a determinar mucho los criterios que regirán su vida. Desde ahí, un gobierno inteligente cuidaría mucho la familia, porque de ella saldrán los hombres del mañana. Y el país será lo que sean sus hombres y mujeres.

La forma de entender la vida, sus leyes, sus criterios, su justicia y su verdad estará en proporción directa con lo que se haya vivido en sus primeros años. Y eso se vive en la familia, luego en el barrio, más tarde en la ciudad o el pueblo, y por último por los caminos que en el devenir de tu vida vas recorriendo.

Ese conjunto de circunstancias que de alguna forma influyen en tu vida irán conformando tu forma de actuar, tus actitudes ante los valores como justicia, honradez, solidaridad, respeto, verdad... Y eso se adhiere en los ambientes. Son los ambientes los que te dibujan y te perfilan.

Por eso, la importancia de tener un buen ambiente. Un ambiente que contagie verdad, respeto, justicia, solidaridad, servicio, escucha... En una palabra:  "Amor". Y esos ambientes nacen en la medida que tú ayudes a formarlos con tu actitud, con tu esfuerzo, con tu ejemplo, con tu vivencia de los valores.

Valores que no se encuentran en las familias y los barrios o pueblos porque nos los hemos dejados robar; valores que se han ido perdiendo en la medida que nos hemos dejado invadir por el consumo, la mediocridad, la comodidad, la mentira, la injusticia, el vicio, los malos hábitos... 

Valores que van en decadencia viciados y debilitados por el egoísmo y la acogida del mal. Valores que en la medida que el hombre y la mujer se alejan de Dios, caen en la soberbia, en la mentira y en la desorientación. 

Valores que hemos puesto en manos de los medios (Televisión, prensa, radio...) y que, la mayoría, nos destruyen en beneficios de sus propios intereses económicos. 

Y todo ello hace que vivamos sometidos a una cultura relativista, impuesta por la manera de pensar de cada uno. Una cultura enferma, desprovista de valores que edifican y unen, que sirven y respetan, que hacen justicia y actúan en beneficio del bien común.

Así nos es imposible levantarnos, vencer nuestras propias limitaciones, apegos, hábitos viciados. Experimentamos la necesidad de ser ayudados para salir de esos ambientes. Y entonces es cuando descubres que sólo injertado en Jesús de Nazaret puedes encontrar la luz que te ayude y refuerce para encontrar el camino que conduce a la verdadera libertad.

Por todo ello, si queremos una sociedad más humana, más justa, más solidaria, defendamos los valores de la familia cristiana que se apoyan en el amor y en la Única Verdad que solo está en nuestro Padre Dios.


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