lunes, 8 de marzo de 2010

LAS CONSECUENCIAS DE LA SOBERBIA


Detrás de cada acto hay un motivo que lo empuja a cristalizarse y a realizarse de una forma concreta y de la que se originará unas consecuencias buenas o malas. Lo natural, lo que debería ser es que todo acto humano derramara bondad, belleza y sentido común en beneficio de todo lo que le rodea, tanto en cuanto a la naturaleza como a los seres que la habitan.

El hombre está, por vocación propia, llamado a realizar el bien y, en lo más profundo de su ser, desea hacer eso, "el bien". No piensa otra cosa mientras su naturaleza no sea contaminada por los apegos y cadenas que tienden a esclavizarlo. Por eso, su educación es vital en los primeros años, y de su aprendizaje a saber dominarse y dirigir su voluntad en aras de lo que quiere, "amar", debe en gran parte las acciones y hechos que conformarán su vida posteriormente.

Ocurre que, contaminado, por su naturaleza humana y débil, llevado por las tentaciones en el recorrido del desierto de su propia vida, su propio egoísmo, su ambición de poder y su vanidad desmedida lo predisponen a bombardear al otro que tiene enfrente al considerarlo como su más y peligrosa competencia, que le trata de usurpar su puesto. Así asumido su papel da, rienda suelta a la lucha fratricida que origina el caos, la destrucción y la muerte.

Parados en este punto, y tomada una actitud contemplativa enfrente del Guernica, podemos llegar a comprender la raíz profunda que da rienda suelta al autor a mover su pincel y plasmar su discurso desconcertado, decepcionado y reivindicativo sobre la conducta del hombre. Deja entrever en su desesperada proclamación las consecuencias del mal encarnado en el hombre y la actitud ensoberbecedora de una actitud a la que el hombre es capaz de responder desde la debilidad y el desamor de sus pasiones descontroladas.

Ha dejado de ser hombre, de ser vocación para el amor, de su dignidad de hijo de DIOS, para convertirse en bestia del caos, del desorden, del sin sentido y de la muerte. No responde a razonamientos ni sentido común, sólo siente deseos irrefrenables de venganza, de ser más fuerte, de poder más que el otro, y, en consecuencia de destrucción y muerte.

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